viernes, 20 de marzo de 2015

Edifica sobre la roca

“Solo él es mi roca y mi salvación,
mi fortaleza donde jamás seré sacudido”
Salmo 62:2 (NTV)

En un bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron edificar una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder ir a jugar. El mediano construyó una casita de madera y se dio prisa para irse a jugar con el pequeño. Mientras, el mayor trabajaba en construir su casa de ladrillo.

De repente, el lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó. El cerdito pequeño corrió a refugiarse a la casa del cerdito mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos huyeron de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor.

 Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo intento soplar pero esta vez no pudo derribar la casa de ladrillo. Enseguida, se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para entrar por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo. El lobo escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comerse a los cerditos.

Aunque esta historia nos sea familiar, y pensemos que es solamente un cuento para niños, tiene una enseñanza profunda y valiosa.

Muchas veces los seres humanos solemos ser como el cerdito que construyó la casa de paja, el creyó que con eso bastaba, y en seguida decidió salir a seguir jugando. Pensamos que solamente es suficiente con saber que Jesús existe, pero que no hay necesidad de esforzarse en construir una relación con El. Pero luego cuando viene la tempestad, los vientos y las tormentas, fácilmente nos derrumbamos tal cual como la casa de paja
.
Ciertos solemos ser como el cerdito que construyó la casa de madera, vivimos una relación a conveniencia con el Señor, decidimos estudiar y leer la Palabra pero no la ponemos por obra y solo obedecemos cuando nos conviene. “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quien es semejante” (Lucas 6:46-47 RVR60). Si no obedecemos la voz de Dios, seremos presa fácil de los problemas y las presiones de este mundo, que de manera inminente nos llevaran a ser derrumbados. “Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el rio dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa” (Lucas 6:49 RVR60).

Pero algo diferente sucedió con el último de los cerditos, este decidió edificar su casa con ladrillo. Él sabía que debía construir una casa fuerte donde pudiera refugiarse de los soplidos del lobo. Jesús compararía a este cerdito con un hombre prudente, mientras que al anterior lo asemejaría a un hombre insensato. Cuando decidimos poner nuestra total confianza y la total disposición de nuestro corazón a Dios, Él nos permite estar firmes en medio de las circunstancias difíciles, podremos gozarnos en medio de la tribulación, podremos estar confiados que el enemigo no prevalecerá sobre nosotros porque hemos decidido edificar nuestra casa sobre la roca que es Cristo Jesús. “Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca y cuando vino una inundación, el rio dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca” (Lucas 6:48 RVR60)
.
Te animo a construir una relación con tu Creador, que puedas abrirle tu corazón, confesarle tus temores, plantearle tus metas y objetivos y le puedas decir que a partir de hoy decides empezar a edificar tu vida junto a Cristo, que es el único que te va a mantener de pie en medio de la aflicción y las situaciones difíciles que tendrás en esta vida. “Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).


Esta decisión comienza con reconocer que le has fallado a Dios y no lo has puesto a Jesús como centro de tu vida. Puedes decirle así desde lo profundo de tu corazón: Señor Jesús, confieso que he pecado contra ti, hoy te pido perdón, creo que moriste y resucitaste por mí, te reconozco como mi Señor y Salvador y hoy decido colocarte en el centro de mi vida. Amen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario